El modo más sutil que puede
arbitrar una ideología para imponerse y perdurar es proclamar la muerte de las
ideologías y mostrarse bajo otro semblante. Por ejemplo, la ciencia es lo que
sucedió por casi un siglo con el positivismo. La ciencia positiva hace las
veces de la política, la filosofía y la tecnología, siempre como evidencia
apodíctica y sagrada.
Eso pasa hoy con el
neoliberalismo. Es un modo de practicar la economía política que está
alcanzando vigencia planetaria. Pero el que esta práctica haya logrado
imponerse no significa la convalidación de sus postulados; solo atestigua la
contundencia de los medios (tanto políticos como económicos).
Se han demostrado que los
organismos de decisión política o administrativa no obedecen al tipo de
comportamiento al puesto que postuló, con cierta ingenuidad, el
intervencionismo económico del siglo XX.
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